Cada día, hay mucho trabajo en preparar a nuestros caballos. La comida (la paja, el avenate, el pienso y algún que otro ingrediente secreto); el agua; las curas puntuales; el ejercicio y la limpieza.
Luego, les preparamos para sus clases, con sus monturas puestas para arrancarse.
Pero, ¿que pasa cuando los estudiantes no vienen?